Nota del editor: Este es el primero de una serie de comentarios semanales que examinarán la crisis de opioides en el condado de Snohomish desde cuatro perspectivas diferentes.

Por Dave Somers

Cada parte del condado de Snohomish se ve afectada por la crisis de los opioides.

Vemos la evidencia donde vivimos, trabajamos y jugamos, pero lo más importante es que cada una de nuestras familias la experimenta de una forma u otra. Desde los delitos molestos hasta las personas sin hogar en nuestras calles y campamentos, las agujas dejadas en los parques y las muchas víctimas de sobredosis que inundan nuestras salas de emergencia y morgues, podemos ver de primera mano los efectos de esta insidiosa enfermedad. No conoce límites, golpeando áreas urbanas, suburbanas y rurales por igual. Las víctimas de la adicción son ricas y pobres, empleadas y desempleadas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Estos son nuestros vecinos, amigos y familiares.

Mientras que el condado de Snohomish tiene el 10 por ciento de la población en el estado de Washington, tenemos el 18 por ciento de sus sobredosis de opioides. Tuvimos que hacer más.

El año pasado, mientras revisábamos ideas de políticas para mejorar nuestra respuesta a la crisis, un problema se hizo muy claro. Todos estaban trabajando muy duro para contener su parte del problema, pero no había un mecanismo general para la colaboración.

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